Desde hace tiempo venimos dando vueltas a la idea de poner una granja para gallinas, una granja en la que se recupere la tradicional forma de crianza de nuestros abuelos, una granja en la que nuestras gallinas sean criadas en libertad y cuidadas con mimo, con una alimentación sana y equilibrada y, por supuesto, mejorando las condiciones higiénico-sanitarias, una granja en la que nuestras gallinas sean felices y pongan huevos de calidad, huevos que recuperen su sabor original.
¿Quién de nosotros no ha disfrutado alguna vez de un buen plato de huevos fritos de los que nos hacían nuestras abuelas? ¿Esos huevos de una yema de color amarillo anaranjado intenso, con una textura más consistente y con ese sabor inconfundible a “huevo huevo como los de antes”?
Es por ello que finalmente nos decidimos a poner una granja de gallinas camperas, para recuperar esos huevos de antes, más naturales y más sabrosos, puestos en un ambiente de libertad y sin estrés para las gallinas, apoyando así el respeto, buen trato y bienestar de los animales, y todo ello en las mejores condiciones de higiene y alimentación.
Estamos convencidos de que este es el secreto para obtener huevos camperos de la mejor calidad.